Génesis 15:1-6, Salmo 33:12-22, Hebreos 11:1-3, 8-16, Lucas 12:32–40
Estén preparados, esperando y con las lámparas encendidas.
El contexto de esta sección del pasaje del evangelio para este domingo es parte de las instrucciones y enseñanzas que Jesús da a sus discípulos durante su jornada a Jerusalén, recalcándoles, en Lucas capítulo doce versículos 22 al 24, que no tienen por qué preocuparse pues Dios siempre cuida de ellos diciéndoles: “No se inquieten pensando qué van a comer para poder vivir, ni con qué vestido cubrirán su cuerpo. Basta solo con observar a los cuervos que no siembran ni cosechan, ni tienen despensas ni graneros y Dios los alimenta”.
Jesús insiste también en que sus discípulos no tengan temor, pues el Padre en su bondad les ha dado ya el reino. Es interesante también notar que el foco de la instrucción y enseñanza de Jesús de pronto cambia al tema de estar vigilantes y de estar preparados.
Estén preparados, esperando y con las lámparas encendidas para esperar a su Señor cuando éste regrese de su banquete de bodas. Esta instrucción encuentra su resonancia y equivalente en la parábola de las diez damas de honor que se encuentra en el evangelio de Mateo, donde se hace hincapié a estar despiertos pues no se sabe ni el día ni la hora.
En la parábola de Lucas, los sirvientes tienen que estar preparados para el regreso de su Señor, donde esta espera tiene su recompensa: “Dichosos los sirvientes a quienes su Señor los encuentre despiertos”. La hora a la que llegará su Señor es incierta, puede bien llegar a la media noche o en la madrugada. Nadie lo sabe.
Esta parábola, según varios comentarios bíblicos, fue escrita por Lucas el evangelista para ilustrar y enfatizar el tema de estar listos para la segunda venida de Cristo, a pesar del aparente retraso.
Después de la resurrección y ascensión de Jesús, los primeros cristianos esperaban que Jesús regresara en su época para juzgar al mundo y para inaugurar el Reino de Dios, probablemente como el Señor a su regreso de la boda y así cuando los años pasaron probablemente algunos cristianos perdieron la esperanza y la fe de que Jesús regresaría.
Así que esta parábola pudo haber servido como una advertencia a la primera comunidad de Lucas. De ahí el énfasis de estar listos, en alerta y preparados, para que no se perdieran el evento tan esperado. Los primeros cristianos se recordaban unos a otros que el regreso de Jesús podría ocurrir de repente, de una manera imprevista, así que el estar alerta era esencial y necesario.
La instrucción del Evangelio es clara: Estén preparados, esperando y con las lámparas encendidas.
Pero para los cristianos modernos ¿Cómo podemos interpretar esta parábola?
Es difícil para muchas personas en nuestro mundo contemporáneo que crean ya en el fin del mundo o en el fin de la historia, cuando tenemos una exorbitante información al alcance de nuestras manos gracias a las innovaciones digitales y tecnológicas.
Ha habido obviamente excepciones a esta regla. Cuando el calendario Maya terminó en el 2012 con la entrada al decimotercer Baktún, mucha gente creyó que el mundo terminaría en ese mismo mes de diciembre. Varias conjunciones astronómicas y fórmulas numerológicas fueron relacionadas con la fecha en cuestión. Los escenarios postulados para el fin del mundo incluían el choque de la Tierra con algún cuerpo celeste, o la desaparición de la misma al entrar a un agujero negro.
Los arqueólogos, por otro lado, señalaron que en los códices mesoamericanos no existía evidencia alguna sobre esta “profecía maya” a la que aludían los proponentes de la misma. En fin, todo este evento fue un teatro o un reality show como se dice en inglés, que cautivó la imaginación de muchísimas personas en ese año.
Dentro de esta imaginación, nosotros como humanos, tendemos a conceptualizar el tiempo.
La visión en el tiempo lineal, que es parte de nuestra tradición judeo-cristiana, empieza con el acto de la creación por Dios y termina con el fin del mundo. Esta visión hasta cierta medida ya ha decaído y está siendo reemplazada por una visión alternativa del tiempo. Un tiempo que es cíclico y sin fin.
Así que cuando entendemos más y más acerca de la ciencia del cosmos, notamos que el universo no termina, sabemos que el universo está en expansión y evoluciona constantemente. Vivimos en una época de descubrimientos científicos que nos han llevado mucho más allá de las verdades que obtuvimos en nuestra infancia.
¿Así que, mantenerse despiertos para qué? ¿Estar listos y preparados para qué?
La respuesta radica en estar listos y preparados para las nuevas posibilidades del Reino, un reino que trasciende el tiempo y el espacio pero que está en el aquí y el ahora.
¿Recuerdan la parábola del sembrador en el capítulo octavo de Lucas?
¿Cómo y dónde podemos plantar esa buena semilla para obtener una gran cosecha?
¿Cómo podemos preparar el suelo para dar nacimiento a las nuevas posibilidades del Reino, un reino de justicia, de paz y de amor?
La advertencia en esta parábola es la de exhortarnos a no perder la oportunidad de acoger las nuevas posibilidades que se representan con la venida del Señor a su regreso del banquete de boda.
Estas nuevas posibilidades son las nuevas buenas que este evangelio proclama. Las posibilidades que sólo se dan si actuamos. Las posibilidades que se nos dan cuando ponemos nuestra buena semilla en tierra fértil.
Entonces, me pregunto, ¿cómo nos preparamos para este regreso de Jesús? ¿Cómo acogemos la nueva posibilidad de un encuentro con nuestro Señor? ¿Estamos listos para un retorno que es parte del aquí y el ahora?
Un retorno cuando Jesús nos preguntará: ¿Me alimentaste cuando tenía hambre? ¿Me diste agua cuando tenía sed? ¿Me recibiste? ¿Me diste ropa cuando estaba desnudo? ¿Me visitaste cuando lo necesitaba?
Hemos estado esperando la venida del Señor por mucho tiempo, y tal vez hemos creído que lo hemos esperado por muchos siglos, pero nuestra responsabilidad es la de no cansarnos en esta espera.
Y en esta espera si realmente estamos despiertos podremos ver al Jesús que llega a nuestro encuentro. Tal vez en nuestro intento de servir a los demás, Jesús nos puede tomar por sorpresa en el acto. Tal vez nos puede salir al encuentro cuando visitamos a un amigo en necesidad, o abogamos por los que no tienen voz, cuando visitamos al que está preso o cuando recibimos y le tendemos la mano al inmigrante que ha abandonado su tierra en busca de una vida mejor.
Es posible que Jesús nunca se haya ido, más bien es posible que no lo hayamos reconocido.
Así que me pregunto, ¿Estaremos despiertos para esperar a Jesús cuando llegue a nuestro encuentro? ¿Estaremos preparados? ¿Estaremos listos para aprovechar la oportunidad para la celebración cuando nuestro Señor regrese y nos salga al encuentro?
El Rvdo. Alfredo Feregrino, es nativo de la Ciudad de México y obtuvo su Maestría en Divinidad en la Escuela de Teología y Ministerio en Seattle University donde obtuvo también el primer Dr. Rod Romney “preaching award”. Actualmente es desarrollador de misión en una congregación bilingüe y bicultural en Seattle Washington: Our Lady of Guadalupe Episcopal Church donde la “unidad” está al centro de su teología y tiene como misión la de plantar más congregaciones en el área.
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